Cuando
sólo tenía 19 años, se me brindó la oportunidad de escribir guiones y relatos
para un cómic de terror (SOS, de la Editorial Valenciana). Como lo que
yo soñaba era con ser un buen escritor (de ésos que, cuando se mueren, aparecen
en los libros de texto), no quise que se publicaran con mi nombre, sino que me
busqué un pseudónimo, el de “Damián Trésel”.
Años más tarde, en 1997, y manteniendo el
pseudónimo, la Editorial Edisena publicó una recopilación de todos ellos, junto
a otros tres títulos que estaban inéditos.
Más de una vez me he arrepentido de no
haberlos firmado con mi nombre. No porque lo que escribí fuera tan bueno, sino
porque, al fin y al cabo, obra mía era… También es verdad que más interesante
que cualquiera de aquellos cuentos y guiones de terror sería el relato de cómo
los pergeñé, de cómo llegaron a publicarse, de cómo empleé el dinero que por
ellos me pagaron... Y toda la gente que conocí en la recepción de la Editorial
mientras esperaba que, a través de una ventanilla, un contable con visera me
diera el sobre con mis retribuciones.
Dibujantes de tebeos, guionistas de cómic,
escritores de novelas de kiosco... Gente entrañable y encantadora a la que
quiero rendir homenaje, a la vez que rescato esa etapa de mi vida, recuperando
aquellas historias, que aquí se quedan para siempre.
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